No hay semana que no piense en escribir una nueva misiva por aquí y, como es evidente que tengo práctica en eso de ignorarme a mí misma, tampoco hay semana en la que no me recrimine la falta de voluntad, tiempo o espacio para hacerlo con un “pasará el verano y cada vez te costará más recuperar la escritura”. Tal vez debería ser más dura en mis recriminaciones o amenazas porque está claro que no surgen efecto. El calendario marcaba el 19 de mayo la última vez que me pasé por aquí.
Desde entonces, he dejado escapar las ganas de escribir sobre lo emocionante que fue vivir en directo la victoria europea del Barça femenino en San Mamés, también sobre varias escapadas a Mallorca y la península, nuevos proyectos desmoronados, grabaciones de videoclips en el Ranxo y Menorca, conciertos inolvidables y un reencuentro con Take That y la Laura más adolescente en Madrid. Además de reflexiones varias y libros.
Cada anotación en la libreta de ‘Ideas para escribir’ que queda abandonada allí es una dosis más de frustración que se acumula en mi piel, en apariencia delicada pero más dura de lo que parece por lo mucho que me cuesta reaccionar. Y, aunque este texto lleve por título ‘Sobrevivir al verano’, acusar de no escribir a la estación más fugaz del calendario es una vil excusa.
No escribo -entre muchas otras cosas que no hago- porque no le doy espacio ni tiempo. No lo priorizo y así pasan los días con esa extraña sensación de no estar mal, pero tampoco bien del todo. De gravitar por el verano, la vida islada y el día a día, pero sabiendo que, no demasiado lejos de aquí, se encuentra un pequeño agujero negro listo para absorberlo todo en cuestión de segundos.
Así que aquí estoy aprovechando la tregua entre agujeros negros. Juntando letras sin un plan previo, tan sólo con el titular pensado, y sin expectativas más allá de volver a escribir. Decidida, además, a no volver a prometer en voz alta nada que tenga que ver con la constancia y fuerza de voluntad de una servidora. Así me evito acumular vergüenza y decepción, y me obligo a trabajar la práctica, que la teoría me la sé de diez.
¿Lo conseguiré?
Lo sabremos de aquí a unos meses. Se aceptan comentarios, sugerencias y consejos varios. Icluso apuestas ;)
De momento, y para ponérmelo fácil, envío esta nueva entrada desde el aeropuerto de Barcelona con destino a Goteborg. Estaré en esta ciudad hasta el domingo por la noche con mis padres y mi hermano, que se ha apuntado al Mundial de Atletismo de Veteranos -admiración máxima y agradecimiento infinito por la excusa para visitar Suecia por primera vez-, dispuesta a saborear intensamente el café de especialidad, el pescado fresco y lo que se tercie y, como no, compartirlo por aquí.
Vietnam, además de ser uno de los mejores viajes de mi vida, me recordó que no hay nada que me gusté más en esta vida que viajar y escribir. Binomio de felicidad máxima que quiero aprovechar estos días para retomar la presencia por aquí.
Sin obviar que el clima fresco de Goteborg también hará mucho más fácil eso de ‘sobrevivir al verano’. Cada vez me cuesta más el clima tan caluroso del Mediterráneo.
Dormir con edredón también es felicidad.
¿Y qué hay de eso de dormir con antifaz por 'lo' del Sol de Medianoche?
Welcome back! Conozco esa intermitencia de propia piel. Si te sirve, desde este lado aplaudimos la misiva.